Las masías de Polinyà

Hasta la segunda mitad del siglo XX Polinyà era un pueblo esencialmente agrícola, donde se cultivaban cereales, la viña y los huertos. Son conocidos por su calidad los melones, pequeños y amarillos, las patatas y las judías del ganxet. A pesar de la industrialización que afectó el Vallès en la segunda mitad del siglo, en el término de Polinyà todavía se conservan masías y casas solariegas típicamente catalanas, y en algunas todavía se hace vida de labrador.

Empezamos el itinerario en la iglesia románica de Sant Salvador, consagrada el año 1122. La iglesia actual, a pesar de haber sido bastante transformada por sucesivas reformas, conserva aún parte de su estructura de una sola nave con bóveda de cañón, un ábside semicircular decorado con arcuaciones lombardas y un campanario de base cuadrada. En su interior se descubrieron unas interesantes pinturas murales que ahora se exponen en el Museu Diocesà de Barcelona.

Tomamos el sendero que bordea la iglesia y que pasa por la línea de cresta del cerro donde se levanta el templo, seguimos hasta llegar a una rotonda. La atravesamos y tomamos la pista que marcha por el lado del cementerio. El paisaje se va volviendo cada vez más agrícola, a medida que los campos de cultivo se esparcen a nuestro alrededor. Las primeras casas que vemos a la derecha, más allá de los campos, se corresponden a Can Monistrol, una masía del año 1700 donde actualmente se dedican a la cría de caballos, y a Can Padró, una de las casas más antiguas del término. Llegamos a un cruce, que tomamos a la derecha hacia una urbanización: Pedra Santa.

Al llegar a las casas dejamos una primera pista a la derecha y tomamos la siguiente a la derecha hasta Can Motllor de Baix. La pista baja hacia la riera de Polinyà, pero antes de llegar tomaremos el camino que marcha a la derecha y que nos traerá a Can Cladelles, una bonita masía convertida en restaurante.

El camino continúa subiendo hasta la pista de la Pedra Santa, que deshacemos hasta el cruce que nos traía al cementerio. La dejamos y continuamos recto, siempre siguiendo la pista principal y la más evidente.

Pasaremos cerca de unas casas, las de Serra Maurina y llegaremos a la carretera. La tomamos unos metros a la izquierda y enseguida cogemos la pista asfaltada de la derecha. Pasamos por el lado de otra masía, Can Alzina, construida en el s.XVII y que funciona como restaurante e hípica.

Después de una granja, a la altura de un cruce y antes de llegar a unos depósitos, un sendero marcha a la izquierda y baja hasta atravesar el torrente de Can Rovira, que atraviesa y sube por la otra vertiente hasta la carretera de Polinyà. La tomamos a la derecha unos metros hasta la calle Nou, que subiendo a la izquierda nos llevará de nuevo a la iglesia de Sant Salvador

Poco antes del final del recorrido, en Can Rovira, encontramos una zona apta para juegos y pícnic.