Los orígenes de la actual iglesia parroquial de Sant Esteve se remontan a las postrimerías del siglo XVIII, cuando los habitantes de Castellar del Vallès pidieron que la sede parroquial del municipio (hasta entonces situada en Castellar Vell, a la orilla derecha del río Ripoll) fuera trasladada a la orilla izquierda del río, puesto que aquí era donde se encontraba el casco urbano.
El origen del edificio se remonta al siglo XVIII, pero la construcción actual fue construida entre los años 1885 y 1892 por el arquitecto Joan Martorell y Montells. Tuvo como promotora a Emília Carles-Tolrà, propietaria de la empresa Tolrà y posteriormente convertida en Marquesa de Sant Esteve de Castellar. Este edificio es uno de los ejemplos más destacados del neogótico catalán. Por sus extraordinarias dimensiones, es conocido como la catedral del Vallès.
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