El castillo de Barberà

El río Ripoll ha moldeado el entorno de Barberà del Vallès formando taludes, cornisas y terrazas y ha conformado un paisaje irregular y bello. El río ha marcado la historia de la villa y ha ofrecido sus fértiles terrazas aluviales a los huertos y a los cultivos, la fuerza de sus aguas ha alimentado durante muchos años molinos y turbinas y sobre sus riscales se han levantado torres y castillos.

El punto de salida de este itinerario es La Romànica, que es como se conoce a la iglesia de Santa Maria de Barberà, del siglo XII. Se trata de un edificio de una sola nave con techo con bóveda de cañón y tres ábsides semicirculares. Dispone de un esbelto campanario de torre, con estrechas ventanas en el primer piso y dobles ventanas geminadas con dos arcos de medio punto separados por una columna en el piso superior.

Marchamos por la ronda de Santa Maria en dirección norte y, justo después de un instituto, tomamos el camino que baja hacia el puente de la carretera que atraviesa el río Ripoll. Una vez cruzado el río tomamos la pista de tierra que, a mano derecha, se dirige hacia la hípica en la que se ha convertido el Molí d’en Santo. Bordeamos los muros de unas fábricas y llegamos al antiguo molino papelero del Santo, uno de los más antiguos de Barberà del Vallès. Continuamos bordeando las instalaciones de la hípica y atravesamos la calle de la Verneda, que se enfila hacia el cementerio.

Si queremos ver de cerca la torre de Ca n’Altimira, podemos hacerlo por esta calle. Esta torre, que se levanta a la izquierda del camino, es una antigua torre de vigía de origen románico, de finales del siglo XI, y posiblemente servía para dar apoyo defensivo al castillo de Barberà. La torre presenta una pequeña apertura que nos hace pensar que era, además, un palomar, y que aparte de su misión defensiva de la torre se dedicaba también a las comunicaciones a larga distancia mediante palomas mensajeros. Una vez atravesamos la calle de la Verneda, el camino se acerca al río y el paisaje se transforma radicalmente. Entre los cañizos podemos ver patos de cuello verde nadando río arriba y si tenemos suerte podremos sorprender alguna garza real sobrevolando las aguas del Ripoll.

Un poco más adelante, justo después de cruzar un torrente, una pista a la izquierda nos permite adentrarnos en un frondoso encinar y acceder, después de una fuerte subida, al castillo de Barberà. El castillo, mencionado ya en 1005, fue el centro de una señoría y, siglos más tarde, se convirtió en casa solariega. Sólo el cementerio y algún muro ataluzado nos recuerdan que antaño fue una esbelta fortificación. El retorno lo haremos deshaciendo el camino de ida.

Se puede aprovechar la excursión para visitar el Parc Fluvial del Ripoll.